domingo, 6 de mayo de 2007

¿Turquía en la Unión Europea?


La posibilidad de que Turquía pueda convertirse en miembro de pleno derecho de la UE empieza a ser puesta en entredicho abiertamente. Baste retener las manifestaciones del, si nadie lo remedia, futuro Presidente Sarkozy en los últimos días: "Turquía no será miembro de la UE por una razón muy simple: está en Asia Menor". Pero, por ejemplo, ¿no son Éfeso o Troya parte del patrimonio histórico-cultural europeo?, ¿y dónde están sino en Asia Menor?. En todo caso,la adhesión de Turquía ya es más que una promesa de los miembros del Club: Turquía es candidato oficial desde 1999 y negocia su entrada en la unión desde 2004, cuando Comisión y Consejo Europeo dictaminaron que cumplía con los criterios políticos consensuados en su día en Copenhague y que son de obligado cumplimiento para que un Estado sea candidato oficial.

Hasta ahora, dichas negociaciones para la adhesión se habían caracterizado por un extendido escepticismo que en ningún caso desestabilizaba un discreto, por lo poco mediático, cumplimiento del mandato negociador. Sin embargo, la posibilidad de que Abdullah Gül, actual ministro de asuntos exteriores y destacado dirigente del partido islamista moderado dirigido por el primer ministro Erdogan, el mismo que se ganó la confianza de las instituciones europeas para la apertura de negociaciones, pudiera llegar a ser Presidente de la República, ha desencadenado la polémica y las subidas de tono de los opositores, ha exacerbado las declaraciones de los altos mandos militares, defensores ávidos del kemalismo esencialista, y ha empujado el caso a la arena mediática más simplista.

Partiendo de un enfoque más riguroso que el de Sarkozy, convendría que la clase política se tomase ya en serio -¿no se ha aceptado ya la adhesión como una posibilidad real y estamos ya negociando el cómo?- un debate exhaustivo sobre el particular, analizando con pragmatismo y sin pasiones las ventajas e inconvenientes, los riesgos y amenazas y las oportunidades y pontencialidades de tener a Turquía en Europa. Dicho de otra forma, ¿por qué no realizar un análisis del coste, también para la propia Turquía y su área de influencia cultural, de la Turquía no-europea? A este respecto, resulta interesante la lectura del informe redactado por la Comisión Independiente para Turquía (Sept. 2004):


http://www.soros.org/resources/articles_publications/publications/turkey_2004901/spanish.pdf

Si las negociaciones se desarrollan de buena fe y con éxito -algo previsto para el 2015...-, Turquía deberá ser miembro de la UE, aunque otra cosa diferente es que la buena fe sea no tan buena y, finalmente, no sea miembro o no lo sea de pleno derecho (a saber que Unión Europea hay en 2015). Algo que la población de Turquía, consciente del sacrificio realizado en aras de alcanzar la modernidad -ese mito-, no aceptará de buen grado. Salvando las distancias contextuales, cabe la analogía con el caso español: tras las solicitudes de adhesión por parte de España (ojo, ambas pre-constitucionales: en 1962 y 1977, con Castiella y Pérez-Llorca como Ministros de Exteriores), ¿qué hubiera sucedido si tras la ratificación de la Constitución Española de 1978, la UE hubiera dicho no por simples razones geográficas?

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