domingo, 13 de mayo de 2007

Algo nuevo se está cociendo en Oriente Medio


Abba Eban, destacado diplomático israelí fallecido poco después del 11-S, afirmó en una ocasión que los políticos toman las decisiones correctas, pero antes suelen agotar todas las demás. Puede ser una afirmación válida para el caso del repentino afán de la adiministración Bush por emplear la palabra Diplomacy, y en qué sentido la emplea, después de un período de 5 años concentrada exclusivamente en una contundente pero ineficaz represalia militar. Conviene identificar 3 escenarios clave para los próximos meses: los efectos políticos de la última cumbre de la Liga de Estados Árabes celebrada en Riad los días 28 y 29 de marzo 2007, en la que se ha aprobado un documento -Declaración de Riad-que puede ser de vital importancia para el futuro de la Iniciativa Árabe por la Paz y la definitiva solución del más largo y contagioso conflicto de la historia contemporánea; las implicaciones regionales de un probable cambio de gobierno en Israel; y la aparente aceptación de Irán por iniciar convesaciones bilaterales de alto nivel con Estados Unidos, en principio sobre la (in)seguridad en Irak.

Pudiera darse el caso de que en la administración Bush se hubieran convencido de la necesidad de dar un oportunidad a un nuevo paradigma internacional construido sobre un pilar hasta ahora puesto en cuestión, cuando no menospreciado, esto es, la legitimidad internacional. Hasta ahora, no considerarla, sólo ha ocasionado pérdida de legitimidad interna (así lo reflejaron los resultados de las "mid-term elections"). Puediera ser que, ante el caos al que nos conducen las represalias militares unilaterales, aquellos que propugnan la necesidad de recuperar la supremacía del derecho internacional vayan ganando paulatinamente mayor peso en los procesos de toma de decisiones, en particular respecto de la situación global en Oriente Medio. Vayamos por partes:

1. La Declaración de Riad (también conocida como la iniciativa saudí) puediera resultar un punto de partida crucial para una solución equilibrada del conflicto en Oriente Medio, por tratarse de un documento propuesto por la diplomacia de un Estado pivote en el conflicto, cuyos letra y espíritu no son los propios de una política de confrontación, y que pretende regionalizar no el conficto sino su solución, haciéndola creíble y legítima. Parece evidente que tras años de negociaciones bilaterales, los representantes palestinos e israelíes son definitivamente incapaces de llegar a un acuerdo final por sí mismos. Les separan detalles que suponen no más del 1% del territorio bajo negociación, pero son detalles que afectan muy directamente al plano histórico-emocional, caso de Jerusalén (demasiada historia y demasiada poca geografía...). Por tanto, sólo a partir de una propuesta como la saudí, que sea convincente y legítima -al aprobarse en un foro como la Liga de Estados Árabes lo es-, qy ue enmarque la solución en el ámbito regional siendo posteriormente respaldada por los Estados Unidos, la UE y el Consejo de Seguridad de la ONU, sólo a partir de entonces, las partes estarán en condiciones de adoptar una solución definitiva. Y digo definitiva porque el marco multilateral descrito será el garante de su continuidad ante posibles violaciones. La próxima visita de Condoleezza Rice a Madrid puediera ser importante para favorecer la convergencia de posturas al respecto, además de un buen momento para empezar a pensar en una Cumbre Madrid 2 (16 años después) quizás para después del verano.

2. Sin embargo, los plazos parecen estar vinculados al futuro de Olmert. En Israel, los gobiernos que pierden guerras no gozan de segundas oportunidades. Por ello, y tras el informe Winograd sobre los errores del gobierno en la invasión del Líbano, es muy probable que el gobierno Olmert caiga. El nuevo gobierno entrante tendrá que tomar decisiones difíciles y bajo ese condicionante debe ser elegido. No deberá dejarse manipular por quienes consideren que la iniciativa saudí es una "iniciativa trampa" aunque, en todo caso, es probable que la presión ejercida por Estados Unidos, en su afán por recuperar la diplomacia, resolver el conflicto y con ello eliminar de un plumazo el argumentario de AlQaida en el mundo y, en especial, en Irak, pese más que cualquier otra circunstancia. Por tanto, Israel se enfrenta a un momento diplomático crucial para su destino al no poder no tomarse la iniciativa árabe en serio y tener que sentarse a negociar en un "entorno" no muy favorable.

3. Pero la administración Bush no sólo está volcada en la vía diplomática por causa del fiasco de Irak, sino que tiene un ojo puesto en el emergente papel que Irán (país no-árabe por naturaleza y por ello temido por los países árabes) quiere desempeñar en la zona, principalmente en el terreno nuclear. Nada puede ser más temido por Teherán que el acuerdo definitivo con Israel, ya que acelerar un acuerdo entre los Estados Árabes (Palestina y Siria incluidas) e Israel significa aislar a Irán y obligarle a su vez a negociar.


Si este planteamiento se cumple, puede decirse que todos ganan: Estados Unidos saldría de Irak habiendo pagado un precio defendible por la paz, Israel obtendría reconocimiento y garantías de su soberanía, Palestina se constituiría como Estado soberano y un futuro por construir, los países árabes se concentrarían en el nuevo Nahda o Renacimiento Árabe que se propugna en la Declaración de Riad, consiguiendo con ello la supervivencia de los regímenes moderados tras debilitar a Al Qaida, e Irán legitimaría internacionalmente su revolución islámica y su posición en el Golfo, confirmándose con todo ello la veracidad de la afirmación de Eban: se habrían tomado las decisiones correctas, muchos miles de muertos después.





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